Luz de Luna

Este relato lo hice para un concurso de una página dedicada a Stephen King, la Ka-Tet Corporation. No me fue muy bien, hay muy buenos escritores y no escribo muy a menudo, pero lo pongo aquí para ver sus opiniones.

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Miguel viajaba todos los días por la autopista estatal 138. Nada como escuchar su música favorita mientras conducía. Tal vez un poco de Metallica (Enter Sandman le encantaba), o tal vez algo más relajado como Knockin’ on Heaven´s Door de Guns. La ruta que hacía era larga y cansada, siempre pasada las 10 P.M. Ansiaba llegar a casa lo más rápido posible, pues un tramo de la carretera le causaba escalofríos. Era donde se encontraba el cementerio estatal. Siempre imaginaba ver una figura ahí parada haciendo autostop, o al menos él se convencía a sí mismo que la imaginaba. Miguel siempre había sido un chico tranquilo, inteligente y poco atractivo hacia las mujeres. A sus 30 años no había tenido más que un par de novias en la universidad, y en las dos ocasiones terminó con ellas porque lo engañaron con otro. Algunas veces pensó en venganza, pero nunca pasó de ahí. Tan rápido llegaba la idea, como tan rápido se esfumaba.

Ese día estaba contento, no sabía por qué, pero lo estaba. Como siempre, manejaba por la estatal a alta velocidad, 120 ó 140 kilómetros por hora promediaba. El cielo estaba lleno de nubarrones oscuros y la luna no alcanzaba a descubrirse de ellos. Tal vez lloviera más tarde. Pero eso tampoco le preocupó. No, ese día no. Había viento, fuerte, lo pudo notar en los árboles que bordeaban la carretera. Se movían de un lado a otro como danzando al compás de The Unforgiven y vibrando con la voz de Hetfield. Algunos días se había sentido igual que hoy, lo sabía, pero no alcanzaba a recordar alguno de ellos. Pareciera como si esos días en que se sentía feliz estuvieran prohibidos para él recordarlos.

Así pues, a punto de llegar al lugar que tantos escalofríos le causaba, no mostraba seña de nerviosismo alguno. A unos 100 metros alcanzó a divisar una figura parada al costado de la carretera. No sintió miedo. Al contrario, un valor salido de quién sabe donde pareció de pronto brotar del interior de sus entrañas. Disminuyó la velocidad. Era una mujer. Los faros del coche la alumbraron completamente, parecía de unos 20 ó 23 años de edad. Se detuvo junto a ella y le abrió la puerta del coche. Ella lentamente subió al asiento del copiloto. A la luz interior del auto se veía muy pálida. Bella, pero pálida. Cabello rubio, ojos café claro, casi aceitunas. Era esbelta, aunque poseía buenos atributos. Llevaba un vestido color beige un poco gastado, el dobladillo de la parte baja estaba ya descocido. Le dijo gracias, aunque su voz parecía más un leve gemido. Cerró la puerta. Miguel pisó el acelerador un poco y el coche empezó a moverse lentamente. El cielo comenzaba a despejarse, aunque la luna aún no se divisaba, pero al parecer lo haría. No le dirigió palabra alguna, simplemente condujo, siempre había sido tímido. Le echó un rápido vistazo, llevaba la cabeza gacha y el cabello le cubría parte del rostro así que no podía verlo completamente. Pensó en preguntarle a donde se dirigía, pero se arrepintió. Ya ella le avisaría donde la podía dejar.

El viento pareció arreciar, ya que los árboles ya no solo parecían danzar sino que se arqueaban casi hasta el suelo, la luna empezó a asomarse por entre las nubes y apareció clara, blanca y llena. Era la luna llena de Octubre. La chica comenzó a moverse en su asiento, parecía inquieta. Comenzó a levantar poco a poco la cabeza, y a acomodarse el cabello hacia atrás. Sus ojos parecían tener brillo propio a la luz mortecina de la luna. Volteó lentamente hacia Miguel, pero él ya se había transformado. La cara llena de vellos, en las mejillas, los pómulos, la frente; la nariz protuberante, ojos inyectados de sangre y su mandíbula y labio superior se habían transformado en un hocico como de perro. O de lobo, mejor dicho. Saliva le escurría a ambos lados de sus fauces, que mostraban dientes largos y afilados. Para cuando la muchacha reaccionó, él ya la había cogido por el cuello con una de sus grandes garras con largas uñas. Esa cosa en la que se había transformado Miguel se detuvo de nuevo al borde de la estatal. Con la garra todavía sobre su cuello la arrastró fuera del coche y tiró de ella hasta la orilla. Con la extremidad que le queda libre le desgarró el abdomen y comenzó a comer. No le tomó mucho tiempo. Dejó algunas sobras para coyotes que se encontraran cerca. Sobras, un brazo mordisqueado, una parte del torso y la cabeza casi entera.

Regresó al vehiculo, encendió el coche y puso la pezuña en el acelerador. Poco a poco Miguel iba tomando su forma humana nuevamente, pues la luna comenzaba a esconderse tras las nubes como si hubiera terminado su travesura. Se meció los cabellos con su mano ya humana, mientras Hetfield comenzaba a cantar: Say your prayers little one, don’t forget, my son, to include everyone.

4 comentarios

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4 Respuestas a “Luz de Luna

  1. shoah

    Me ha gustado mucho este cuento.
    Soy fanatico de Stephen King, aunque llegue aqui por pura casualidad (dandole al botón de next, arriba a la derecha).

    Espero sigas escribiendo acá, de verdad que si.

    -saludos

  2. fablemx

    Muchas gracias, igual soy fan de SK y me gustan mucho sus historias, creeme que me gustaría escribir más seguido, pero mi trabajo es muy absorbente por el horario, trabajo casi todo el día.

    Gracias por dejar un comment, intentaré seguir escribiendo y me daré una vuelta por tu blog y comentaré.

    Saludos y gracias nuevamente.

  3. WitchKingMX

    Igual llegué por casualidad… Tomando en cuenta que lo escribiste para un concurso, a excepción de unas frases que no suenan del todo bien, el relato en general me ha gustado bastante, muy SK sobretodo.

  4. fablemx

    Orale mike, gracias por el comment.

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